Cultos a los titulares de una hermandad |
En cuaresma es normal que las hermandades celebren sus cultos y las agendas de los cofrades se llenen de besapiés, besamanos, quinarios y Vía Crucis. Aflora el cofradiísmo y se abre la puerta para que todo el mundo hable de temas cofrades como verdaderos entendidos en la materia. Es el momento en el que más gente se pronuncia diciendo: yo soy hermano/nazareno/costalero de tal hermandad; se colocan su traje, su medalla y se van a celebrar los cultos de sus titulares.
Me llamó especialmente la atención cuando, cámara en ristre, acudí al retratar un besapiés de una popular hermandad y vi numerosos cofrades enchaquetados, jóvenes y no tan jóvenes en la puerta de la iglesia charlando, riendo, criticando, etc. Hasta aquí la normalidad de estos eventos. Cuando entré en la iglesia me di cuenta que se estaba celebrando la misa. Miré a mi alrededor y ninguno de los portadores de la medalla de la hermandad estaban atendiendo a las palabras del cura que precisamente estaba leyendo el evangelio. Cada uno estaba de risas y bromas, criticando a otras hermandades y charlando de lo hermanísimos que son de su hermandad. Lo siento, pero me quedé asombrado de la actitud de los hermanos de esta cofradía que se jacta de posicionarse en los primeros lugares de todo, de ser los más… etc.
Este hecho me hizo reflexionar sobre el significado de pertenecer a una hermandad, a una cofradía y como, a través de estas actuaciones, se convierte todo en un mero espectáculo sin mayor propósito que el de sentirse perteneciente a una comunidad y superior a otros iguales que sólo hacen las cosas de forma distinta. Ser hermano de una hermandad, además de ser miembro de la misma, conlleva poner en práctica el evangelio como cristianos que somos, ¿verdad? Si estos hermanos, no sólo no lo ponen en práctica sino que ni siquiera lo escuchan, ¿para qué están en una hermandad? ¿Es este el futuro de las hermandades?
Por suerte no lo es y cada vez son más las hermandades que lejos de buscar espectáculos, promueven actos de formación para los hermanos basados en la Biblia y en la Palabra de Jesús, además de intentar llevar esta formación a la calle y ponerla en práctica con sus semejantes. Aunque me doy cuenta que hay mucho que andar en este camino y que hay cosas que siempre han sido así pues parten de la propia naturaleza del hombre.
Ojalá, los mandatarios de esta hermandad se den cuenta que lo que están promoviendo es sólo el popularismo y no la devoción, pues por el camino que van no es el correcto para la vida de la hermandad. Sí, quizás no será tan visible este otro camino, no será tan aplaudido por el pópulo, pero lo que sí está claro que dará sentido a la cuestión de ser una hermandad.
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